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16 de enero de 2011

El lider Jacobino Robespierre.


En la época de los Estados Generales, Robespierre participa en el club de “los amigos de la constitución”, que al trasladar su recinto al edificio de los monjes jacobinos (dominicos) llegan a ser mejor conocidos como “los jacobinos”. Codeado de personas de su mismo origen y clase social, y al volverse cada vez más un club muy restringido, Robespierre gana terreno hasta convertirse en el líder absoluto del movimiento en el verano de 1792.

Esa fama convirte a Robespierre en uno de los líderes más destacados de los Jacobinos, que agrupaba al partido revolucionario radical, donde llegaría a ser el símbolo más visible del movimiento. Allí, Robespierre sostiene la idea de mantener la paz con las potencias extranjeras para consolidar la revolución en Francia, pues veía en la guerra exterior que impulsaban los girondinos un claro peligro de debilitamiento del régimen. Esta circunstancia se daría a causa del desgaste que tendrían las fuerzas republicanas (del nuevo orden que trajo la revolución) contra las fuerzas monárquicas extranjeras que veían en la revolución una amenaza directa; una vez desgastadas las fuerzas de la nueva república, un nuevo movimiento monárquico podría tomar ventaja y restaurar la monarquía en Francia.

En el período de 1792-93 Robespierre se perfila como una figura influyente dentro del movimiento político de la región. Primero, Robespierre es electo miembro de la comuna que estenta el poder local; a continuación, Robespierre es elegido representante de su localidad ante la Convención nacional que ostenta el poder luego de la monarquía; seguido de esto, Robespierre es electo miembro del Comité de Salvación Pública en el que la Convención delega el poder ejecutivo.

Luego, dentro del comité de Salvación, Robespierre, hábilmente le roba el poder a Dantón y se convierte en una especie de líder del comité. Temeroso de que en cualquier momento los frutos de la revolución se derrumben (por amenazas como el ataque de las monarquías extranjeras, las conspiraciones internas, la pobreza entre las masas, etc.), Robespierre actua con gran temeridad y está dispuesto a lo que sea con tal de mantener la unidad en la recién formada república: comienza el reino del terror. De esta manera, en una especie de dictadura por el miedo, miles de acusados de conspiradores, traidores, espías y más, son pasados por la guillotina diariamente en pocas pero constantes cantidades, sembrando el horror y los nervios en todas las figuras públicas, pero consiguiendo mantener la unidad de la república.

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